1) Tú no haces al jugador. El jugador se hace solo cuando el ambiento que lo rodea lo propicia. Tú y las personas que lo rodean solo contribuyen.
2) Nunca son tus jugadores. Los jugadores pasan por tu programa, y si tienes suerte y puedes proporcionar lo que necesitan durante las diferentes etapas de desarrollo, podrás trabajar con ellos por varios años. Asegúrate de dejarlos ir cuando ya no puedas darles lo que requieren para llegar al siguiente nivel.
3) Nadie te puede robar a tus jugadores. Un jugador no deja tu programa cuando alguien se lo roba. El jugador decide irse porque otro programa le ofrece algo que quiere y que tú no estás proporcionando.
4) Tu mejor jugador no refleja tu habilidad como entrenador. Tener un gran jugador no necesariamente significa que eres un gran entrenador. He visto muchos estupendos jugadores salir de ambientes poco menos que ideales. Si realmente quieres evaluar tu habilidad como entrenador, básate en el progreso promedio de todos los jugadores de tu programa.
5) Tú no eres la mejor opción para cada jugador. Cada jugador es diferente y tiene necesidades diferentes. El entrenador más capaz no siempre es la mejor opción. El entrenador ideal es el que puede ofrecer exactamente lo que el jugador necesita en ese momento.
6) A lo mejor estás perdiendo la perspectiva. Desarrollar tenistas competitivos es un negocio difícil, por lo que es fácil perder el piso cuando de repente sale un jugador extraordinario de tu programa. Cuando esto suceda, recuerda a todos los jugadores que han pasado por tu programa y que no has podido ayudar tanto como hubieras querido. Eso te ayudará a mantener la perspectiva adecuada.
7) Puede ser que tu conocimiento del juego no sea tan perfecto como piensas. Los entrenadores de alto rendimiento defienden sus ideas a muerte. Asegúrate de seguir evolucionando y cuestiona tus creencias frecuentemente. Recuerda que no hace mucho si alguien nos hubiera hablado de empuñaduras semi-oeste, posiciones abiertas, brincar al pegar y el pegarle con máximo efecto usando el antebrazo y la muñeca, lo hubiéramos tildado de “loco”.
8) A lo mejor no entiendes tu trabajo. Quejarte de tener que lidiar constantemente con padres inflexibles y jugadores inmaduros, es como un si un doctor se quejase de tener que lidiar con enfermos todo el tiempo. Ese es el trabajo de un entrenador de alto rendimiento. Te pagan por educar y hacer que todo funcione.
9) Puede ser que sólo estés pretendiendo ser entrenador de alto rendimiento? Si decides involucrarte en el entrenamiento de jugadores de competencia, asegúrate de volverte un entrenador de alto rendimiento. Exige la misma intensidad, dedicación y disciplina de ti mismo que exiges de tus jugadores. Transfórmate en tu “mejor” versión. Mantente en óptimo estado físico, sigue mejorando tu juego, sigue desarrollando tus conocimientos y llega al 100% todos los días. El margen entre bueno y excelente es mínimo en alto rendimiento. Todo cuenta!
10) Hay muchas cosas fuera de tu control. Hay muchos factores que determinan el máximo nivel alcanzado por un jugador: atributos físicos, carácter, la dinámica familiar, la estabilidad económica, el ambiente que lo rodea, etc. Desgraciadamente, solo puedes controlar el ambiente del entrenamiento y tu metodología. Pare todo lo demás solo puedes mantener la esperanza de que las cosas se desarrollen positivamente.
El entrenamiento de jugadores competitivos es una batalla constante. Acéptalo y disfruta el proceso.